El ámbito de la asesoría empresarial ha cambiado sustancialmente en los últimos años. La revolución de las nuevas tecnologías ha sido la gran responsable de este hecho, aunque ciertas modificaciones legislativas o la aparición de flamantes mercados y sectores también han resultado determinantes para el nacimiento del actual contexto.
Las nuevas prácticas han traído consigo, por lo general, una simplificación de los procedimientos. Además, la formación profesional de los empresarios se ha incrementado notablemente, circunstancia que ha traído consigo una mayor profesionalización e institucionalización de las organizaciones.
A pesar de estos cambios, existen determinados aspectos que siempre (antes y ahora) han de ser observados por una buena asesoría de empresas.
Repasamos en el siguiente decálogo, las características de una buena asesoría empresarial :
- Ámbito multidisciplinar. Las asesorías con servicios multidisciplinares (fiscal, contable, laboral, jurídico, mercantil…) son más atractivas para los clientes. Una de sus ventajas es que hacen más difíciles las posibles incoherencias en la gestión.
- Relación de confianza con la clientela. Unir sinergias siempre es garantía de éxito. Cuando existe una estrecha relación de confianza entre empresa y asesoría, las cosas difícilmente salen mal.
- Experiencia. La experiencia es un grado, también en este ámbito. Si a la misma añadimos profesionalidad, el resultado se halla muy cerca de la excelencia en el servicio.
- Seguridad y eficiencia a la hora de tomar decisiones. Una buena asesoría debe facilitar las cosas a los empresarios. Ha de ser autónoma en la medida de lo posible y llamar a sus clientes cuando sea estrictamente necesario.
- Iniciativa. Una asesoría empresarial puede limitarse a cumplir lo establecido legalmente o ir un poco más allá y ayudar a las organizaciones a incorporar mejoras o a optimizar su actividad. Las sobresalientes, sin duda, cumplen con la última premisa.
- Discreción. Es crucial que la información personal y económica de los clientes se guarde confidencialmente. La deontología y la confidencialidad deben ir más allá del simple cumplimiento de la legislación sobre datos personales.
- Responsabilidad. En las asesorías trabajan personas y, como es lógico, éstas también cometen errores. Ante una situación de estas características, lo adecuado es asumir la responsabilidad sin poner ningún tipo de cortapisa.
- Nuevas tecnologías. En el nuevo contexto, al que nos referimos en el inicio del post, las nuevas tecnologías juegan un rol de gran importancia. El papel es un elemento prácticamente extinto y las mejores asesorías lo saben desde hace tiempo.
- Claridad. Un asesor debe explicar todas las cuestiones de manera nítida al cliente, sin tecnicismos ni circunloquios.
- Respeto y deferencia hacia el cliente. Ambos aspectos son fundamentales en cualquier relación, profesional o no.
Una buena asesoría empresarial , en definitiva, es aquella que ofrece tranquilidad a sus clientes en todas las disciplinas, gracias a su experiencia en el campo del asesoramiento y a una eficiente toma de decisiones. El respeto, claridad de las explicaciones, dominio de las nuevas tecnologías, iniciativa, responsabilidad y discreción tampoco deben faltar en su trabajo diario.
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